

Podia tratarse de la vida de Ramón Sampedro, pero no, es de un chico normal y corriente, llamado Eduardo
Miércoles de la noche de San Juan, playa de Rianxo. Un grupo de jóvenes apuran la tarde antes de ir a preparar la sardiñada. "Veña Eduardo, o último chapuzón", dice uno. Eduardo se lo piensa. Quiere hacer un tiramisú para la noche. Él, que es cocinero en un restaurante de postín y controla ya muchos secretos en los fogones, calcula el tiempo. «Veña, un último baño», insiste un amigo. Eduardo cede, se levanta e inicia la carrera, su amigo le sigue. Contacto con el agua en los pies, sigue corriendo, cogiendo impulso. Salta y se zambulle. Último segundo de su vida anterior.
Resulta estremecedor escuchar el relato de Eduardo con una voz que no se quiebra, mirándote a los ojos: "Quedei boca abaixo e o primeiro que pensei era que podía afogar". "Sabía que meu irmán e outros amigos estaban cerca e que detrás viña outro, así que conservei o aire nos pulmóns coa esperanza de que me viran". Claro que se dieron cuenta. El que venía detrás lo volteó: Díxenlle que tivera coidado, que acababa de partir o colo.
Eduardo Fernández tiene 29 años y ha sido el último bañista en pasar por la unidad de lesionados medulares del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña como consecuencia de una zambullida. Recién casado, con un bonito piso con vistas al mar, un buen empleo y una estimulante carrera en ciernes, dejó una parte de ese futuro enterrado en la arena de la playa. Nunca chegas a pensar que podes ter un accidente do xeito do que eu o tiven -razona ahora, sentado en una silla de ruedas en el salón de su bonita casa. Non me tirei dunha altura, que é o máis común. Nunca me gustou tirarme. De rapaz, había aquí un dique do que se tiraba moita xente. Eu non fun capaz. Se me tiraba, facíao de pé.
No hay rencor en sus palabras. Pese a que todavía no ha transcurrido ni un año desde aquella tarde, Eduardo no culpa a nadie. En el hospital dicen que ha sido un paciente ejemplar. De hecho, a base de tesón ha recuperado una cierta movilidad en los brazos que le permiten alguna autonomía: manejar un ordenador, por ejemplo. O dibujar, un empeño personal que acaba de conquistar: "Non crea que me gusta moito a informática. O meu, de sempre, eran as mans".
En estos meses, Eduardo ha tenido tiempo para reflexionar mucho sobre el accidente, sobre todos los días de playa y las cafradas que tantos chavales hacen a diario: "Hai que pensar as cousas dúas veces antes de facelas. Porque se tire outro non tes que tirarte ti. O tipo tírase, sae e non lle pasou nada, pero tivo sorte. Se che pasa a ti, o outro non vai vir a darche unha palmadiña nas costas".
Desde que Eduardo ingresó en el hospital aquella noche, todavía hipotérmico y consciente, admite que algunas veces se ha venido abajo. Pero han sido pocas. El peor momento fue la primera mañana, enfrentarse a su familia. A partir de ahí, todo lucha, superación para sobreponerse a aquel instante absurdo que ha volteado su futuro. "Non sei de onde saco as forzas", comenta. Y regresa al recuerdo, ya frío pero amargo de aquel momento, aquella frase que se perdió en el mar: "Dicíanme, ¿¿veña, o último baño??. E foi verdade. Foi o último".
Un ejemplo de superación!...Suerte Eduardo, tú eres fuerte y puedes seguir adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario