
Las endorfinas son neurotransmisores que aumentan en los momentos placenteros de nuestra
vida: la alegría, la emoción... y disminuye en los momentos tristes: una caída al suelo, una enfermedad o una discusión de pareja. Son proteínas opiáceas con propiedades analgésicas y reguladoras del placer que se encuentran, de manera natural, en el cerebro. Son el vehículo material del placer, la euforia, la felicidad y el alivio del dolor, tanto es así que, coloquialmente, se las denominan "hormonas del placer" o de la "felicidad".
Muchas personas han aprendido a disfrutar de sí mismas y de la recompensa que les proporciona su propio cuerpo cuando realizan alguna actividad que les beneficia: ejercicio físico, sexo, risa, escuchar una melodía que guste , masajes o ciertas comidas que se traducen en chorros de endorfinas circulando por su sangre. En cambio, el estrés, numerosas enfermedades como el cáncer o patologías crónicas (artrosis, migraña...) o la falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos se acompaña de bajos niveles de endorfinas.
Existen cuantiosos estudios que prueban la relación entre un elevado nivel de satisfacción vital, mayor producción de endorfinas y mejor sistema inmunológico. Aquellas personas que presentan bajos niveles de endorfinas son notablemente menos felices y , en consecuencia, enferman con mucha mayor frecuencia.
Muchos creen que la alimentación sólo es importante para el crecimiento y la reproducción de la vida, pero olvidan su capital influencia sobre nuestro estado de ánimo: sobre la ansiedad, la depresión o, por supuesto, el bienestar. La relación entre alimentos y química cerebral es la dirección hacia la que muchos investigadores dirigen sus trabajos para descubrir las causas de la depresión y la obesidad.
Hay sustancias en el cerebro que debemos conocer para poder entender los cambios en nuestro estado de ánimo. Entre ellas, tenemos al grupo de los neurotransmisores, como, por ejemplo, las catecolaminas, que, a su vez, son las responsables del estado de alerta y tensión que padecemos bajo ciertas condiciones ambientales. Así, una abundantes ingesta de alimentos que sean ricos en proteínas (carne, pescado, huevo, queso) y pocos hidratos de carbono hace que el cerebro segregue más esta sustancia catecolamínica, lo que facilitaría un estado nervioso más alterado. En cambio, con alimentos que tengan más hidratos de carbono (cereales, frutas) y pocas proteínas se estimula la secrección de otra sustancia química llamada serotonina, responsable del estado de saciedad y de bienestar.
Tener una sensación de bienestar, es lo mejor que nos puede pasar y sentirnos de maravilla.
Caminar y realizar ejercicio físico regularmente, practicar yoga o pilates, reirse mucho y tener buen humor, seguir una dieta rica en nutrientes y precursores de hormonas (tal y como describí antes), escuchar nuestra música favorita, dormir lo suficiente, recibir masajes, destruir nuestras tendencias pesimistas y pensar de forma positiva son algunas vías para aumentar la producción de endorfinas, nuestras hormonas de la felicidad y bienestar. Tal vez también sea necesario mirar con el corazón para ver la verdadera belleza de la vida y así producir las endorfinas necesarias para una buena salud.
Hoy en mí blog , os quiero poner en forma..jajaja!!
Pasar buena tarde, ser felices y siempre con una sonrisa.
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